El
maíz, patrimonio intangible de la humanidad
El
maíz es la herencia, sustento y base de la alimentación y la
economía mexicana, así como pilar de la cultura indígena y
campesina; preservarlo libre de transgénicos y como bien común es
nuestro derecho y obligación, expuso la investigadora Elena
Álvarez-Buylla, del Instituto de Ecología (IE) de la UNAM.
La
investigadora recordó que 15 por ciento de las plantas comestibles
en el mundo provienen de México. Además, nuestra gastronomía fue
declarada Patrimonio Intangible de la Humanidad por la Organización
de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(Unesco) y, en este rubro, el maíz (con sus 59 razas y miles de
variedades distribuidas a lo largo y ancho del país) es esencial.
De
afectarse la gramínea, habrá un impacto no sólo nacional sino
internacional, pues se trata de un insumo fundamental para el futuro
de la agricultura ante el cambio climático y las inestabilidades de
los sistemas socioeconómicos, continuamente en crisis.
Para
Álvarez-Buylla el maíz transgénico (MT) en territorio nacional es
innecesario, pues por más de ocho mil años hemos tenido una
producción exitosa y sustentable, tanto a nivel del mar como en
zonas altas.
La
ciencia corporativa afirma que el MT no hace daño, es resistente a
plagas y tolerante a herbicidas como el glifosato. Sin embargo,
explicó, posee sustancias químicas necesarias para su cultivo y
peligrosas para la salud. Además, no tiene los aceites, proteínas,
fibras y anticancerígenos del original, pero sí almidones con altos
índices glicéridos y contenidos tóxicos elevados.
Para
agravar el escenario, es imposible controlar y restringirlo a
siembras autorizadas, pues una vez utilizado, el productor ya no
puede regresar al recurso natural. Con su introducción creció el
uso de fertilizantes y contaminación con sus derivados. Así se cae
en un dominio corporativo y dependencia tecnológica, económica y
política, dijo.
Recordó
que en Estados Unidos —el mayor consumidor de transgénicos—, sus
ciudadanos han experimentado afectaciones en su salud; por ejemplo,
el autismo ha aumentado considerablemente: en 1975 se registraba un
caso entre cada cinco mil individuos, en 2010 el índice es de uno
entre cada 68 personas.
Por
otro lado, los problemas para la siembra recaen en aspectos como
biodiversidad, cambio climático, altitud, suelo, limitación de
agua, altas temperaturas y disponibilidad de nutrientes. “La planta
alterada genéticamente tiene el potencial de destruir el sostén de
la agricultura mexicana y mundial, e incluso cancelar la soberanía
alimentaria”.
Para
corregir la situación es necesario fomentar un respeto a la
agricultura campesina y garantizar el derecho a comestibles no
transgénicos, además de prohibir la liberación del MT en México,
concluyó.
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