Muchas
universidades de reciente creación en países como México, Brasil, Ecuador,
Puerto Rico, entre otros, tienen como principio la universalidad, lo que
implica la apertura de la universidad al mundo, dijo Axel Didriksson, al
participar en el Coloquio Perspectivas de los Modelos Educativos ante los Retos
del Siglo XXI, organizado por la Unidad Lerma de la Universidad Autónoma
Metropolitana (UAM).
En
un análisis sobre los distintos modelos educativos de nivel superior que existen
en el orbe, el investigador del Instituto de Investigaciones sobre la
Universidad y la Educación de la UNAM señaló que a partir de la discusión en
diversas conferencias y reuniones internacionales organizadas por la UNESCO en
1991 y 1996 y posteriormente en 2008 y 2009, han tenido lugar importantes
pronunciamientos.
Por
un lado se refrendó la idea de que las condiciones sobre las cuales se estaban
presentando los cambios en el terreno de la producción del conocimiento y
transferencia de tecnología en educación superior colocaban a la Universidad en
la necesidad de realizar “los cambios más radicales que se hayan tenido a lo
largo de su historia”.
Un
segundo pronunciamiento fue que la Universidad y la educación superior es un
derecho humano fundamental de la humanidad y que tendría que ser gratuito,
público, social con responsabilidad y autonomía y, por tanto, financiado por el
Estado. Esta declaración fue aprobada a pesar de las posturas de Estados
Unidos, Canadá y otros países de la OCDE que sostenían que la educación
superior no era derecho social, sino un servicio.
El
debate ha dado pauta para la discusión de modelos, esfuerzos de innovación e
incluso para la puesta en marcha de políticas públicas sobre todo en África y
América Latina. A pesar de estas declaraciones los modelos se han diversificado
y hoy existen por lo menos cuatro.
Un
modelo llamado de “clase mundial” seguido por países como China, India,
Singapur, Corea, Nueva Zelanda, Taiwán, y que se caracteriza porque sus clases
tendrán que ser en inglés, y su modelo de financiamiento público privado,
auspiciado por fundaciones u organismos no gubernamentales. Su planta académica
es internacional, sus estudiantes tienen periodos de movilidad por todo el mundo.
Son en lo fundamental universidades de investigación. China creará 200 de éstas
en los próximos 20 años, apuntó.
Otro
modelo es el de capitalismo académico o cognitivo, como el desplegado en el
Instituto Tecnológico de Massachusetts o la Universidad de Harvard, que tiene
subsidio del Estado, pero reciben importantes recursos privados orientados a la
investigación dirigida a la innovación tecnológica de las empresas.
Este
modelo es muy criticado porque es como si el Estado estuviera subsidiando la
acumulación de capital privado de forma directa y es también la que más se
asemeja al modelo de Chile y que está desplegándose de forma creciente en
México.
Un
tercer modelo es el integracionista que plantea un espacio común único de
educación superior, que es el que ha seguido la Unión Europea y más cercano a
los de América Latina. Permite la movilidad de estudiantes de manera
obligatoria diploma suplementario que le otorga la universidad a la que se
mueve y el impulso de una gran cantidad de proyectos comunes.
Señaló
que en América Latina predomina el modelo autonómico subsidiado por el Estado
con carreras concentradas en siete u ocho áreas, muy bajo en ciencias y
crecientemente privatizado. Algunos países tienen 75 por ciento de su cobertura
en instituciones privatizadas como Brasil, Colombia, El Salvador, Ecuador.
Otros tienen 80 a 90 por ciento de instituciones públicas, como Uruguay,
Argentina, Cuba y otros cercanos al 50 por ciento como México, Costa Rica, Perú
y Paraguay.
Subrayó
que países como Bolivia han empezado a impulsar modelos “muy interesantes” de
educación superior como las universidades multiculturales que incluyen a los
grupos indígenas que existen en el país, que tienen por primera vez el derecho
de estudiar en su lengua.
Al
responder algunas preguntas del público, el investigador dijo que la visión de
cofradía, de universidad cerrada, persiste “aún con una experiencia tan
innovadora como la de la Unidad Xochimilco de la UAM, y se siguen viendo a sí
mismos como si fueran un ente aparte”, a pesar de que hoy “estamos viendo en
muchas universidades de América Latina que sostienen el principio de la
universalidad y se están abriendo al mundo.
Por
otra parte consideró que en la Unidad Xochimilco, el sistema modular ha
resultado en “un fracaso” porque no cumplió los objetivos que de él se
esperaban.
La
razón de este fracaso, según el investigador, es que “se cerró a sí mismo; se
consideró “el modelo”, cuando no hay espacio más abierto para discutir juntos
que una universidad.
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